Torah para Vivir

Torah para Vivir

3 jul 2014

La bravura de la fragilidad

Para la elevación de las almas de Eyal, Naftalí y Gil'ad asesinados por terroristas autodenominados palestinos


Hace muchos años atrás, exactamente veinte años, yo vivía otra vida, distinta en todos los aspectos, a la que elijo ahora.
Sufría un matrimonio de largos años que había destruído casi por completo, mi espíritu de lucha, mi alegría y la salud de mi autoestima.
Cualquiera que haya sido víctima de abuso moral, de manipulación, de acoso, sabe que la tela de araña que teje el victimario, es difícil de ver y aún cuando se percata de lo que está ocurriendo, muchas veces la víctima en su confusión y falta de seguridad personal, no sabe qué hacer para salvarse.

El miedo es uno de los peores enemigos que tiene el ser humano.
Cuando entramos en ese infierno de pánico en los pensamientos y en las emociones, es muy poco factible que podamos salir ilesos.
 El miedo destruye nuestras capacidades creativas, nuestros sueños, nuestro deseo de vivir...

Existen todo tipo de terroristas.
 De diferentes manifestaciones, tanto en la vida privada como en la vida mundial, el terrorista juega con nuestro miedo.
 Nuestro miedo se vuelve el mejor aliado para nuestro enemigo, sea éste un esposo maltratador, un jefe/líder/maestro/colega/amigo/terapeuta autoritario o despótico, o un grupo subversivo, nazionalista, fanático, guerrillero, o terrorista de cualquier ideología o fracción.
Mientras nuestro temor a cualquiera de ellos sea más fuerte que el temor a la muerte física, no tenemos salida hacia la libertad...

El Rabino Noaj Weimberg Z"L, sea su Memoria para Bendición dijo:
 "Mientras no sepas por qué causa estás dispuesto a morir, tampoco sabrás por qué causa estas dispuesto a vivir."
Sólo enfrentándonos a nuestro final físico, podemos evaluar qué es lo que verdaderamente tiene sentido en nuestras vidas...
Sólo entonces podemos decidir actuar en consecuencia con nuestra verdadera y esencial voluntad del ser.

Muchas personas han cambiado sus vidas, al percatarse que nadie conoce el día de su muerte.
Vivimos como si tuviéramos todo el tiempo del mundo para hacer lo que tanto deseamos, lo que nos parece correcto, lo que consideramos verdaderamente importante.

Hace veinte años, me estaba consumiendo el miedo a no ser capaz de dar el salto. Me sentía atrapada en un matrimonio que me ahogaba en la mediocridad del sometimiento.
 En la actualidad, gracias a internet, hay más información para reconocer las conductas psicopáticas de un abusador emocional. 
Se sabe que habitualmente son muy carismáticos, camaleónicos, saben decir frente a los demás palabras con gestos estudiados para hacer parecer a la víctima de su acoso como loca, provocadora, paranoica o estúpida, según venga el caso. 
Pero en aquel entonces yo no tenía disponible toda la sabiduría que tengo ahora y el temor a fracasar y el temor a las represalias me paralizaba.

El atentado a la AMIA, nos explotó en la cara.
Los judíos de Buenos Aires y de todas partes del mundo, no podíamos comprender lo que estaba sucediendo!
En un segundo, los terroristas habían acabado con ochenta y cinco vidas... Habían destruído familias enteras...
Un segundo de maldad, había arrasado con infinitos segundos de construcción y bondad...
Los terroristas nos habían despertado de nuestra ingenuidad...

Yo podría haber estado allí...
Pensé: "Y qué estoy haciendo yo de mi vida? Cómo puedo seguir atada a la inacción por temor a fracasar, por temor a la venganza de mi hostigador? Yo también podría estar muerta como mis hermanos, qué me da permiso a continuar desperdiciando mi vida?"


La fragilidad tiene dos caras.
Cuando se comprende que un simple disparo, puede acabar con la vida de tres jóvenes adolescentes vitales, creativos, bondadosos, podemos elegir vivir entre las dos caras de la fragilidad...
Podemos continuar nuestra existencia en un bunker o salir a luchar por lo que estamos dispuestos a dar la vida.


En aquel entonces me divorcié y he pagado un precio muy alto por mi decisión.
No es un precio material, aunque hubo "muchas irregularidades" en la división de bienes, sino un precio moral y psicológico.
El predador emocional no se detiene a la hora de perseguir a su víctima, si no puede acorralarla, al menos la dañará.
Su arma, fue la mala prensa, la maledicencia desparramada entre amigos y familiares, la mentira, los rumores, una clara campaña para estereotipar mi nueva elección de vida haciéndome parecer como una fanática que había sido captada por una secta religiosa, justificando y provocando así, el alejamiento de mi hijo...

Hace veinte años, que junto a mi actual esposo y a nuestra hija, estoy reconstruyendo mi vida...
Practicamente desde mis escombros.
Pero a pesar de las talas y las heridas, hoy, me siento feliz con los resultados que, garcias a Di-s, vamos transitando...

No soy la única, hay muchos que lo han hecho, que se han enfrentado y han batallado contra los violentos de cualquier especie y han salido adelante.
El pueblo de Israel ha soportado hostigamientos a lo largo de toda nuestra existencia, violencia desde los medios de comunicación, desde los poderosos del mundo y desde la chusma ignorante y fascista.
Pero cuando hemos dicho basta, hemos saltado por sobre todos nuestros miedos!
Hemos transformado nuestras tragedias en infinitas banderas de libertad y heroísmo.

Y la realidad, es que ante los psicópatas, nadie, en ningún país, ni en ningún agujero, se encuentra  "a salvo".
Por eso tenemos en nuestras manos la decisión de vivir con sentido, o morir mientras ocultamos nuestras cabezas imitando al avestruz.
Podemos elegir ese sentido que nos yerga sintiendo que valió nuestro esfuerzo por superar los miedos y lanzarnos hacia nuestras convicciones más profundas. 
Porque después de todo, hicimos todo lo que estaba en nuestras manos y los éxitos o los fracasos de una vida, sólo Di-s sabe evaluar con exactitud.

La fragilidad puede hundirnos en las cobardías más humillantes, pero también guarda dentro de sí, la bravura humana que no tiene límites.

Gracias por acompañarme y alentar mi tarea
Patriicia Deborah Starkloff

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